domingo, 5 de junio de 2011

PARTIDO DE IDA DE LA SEMIFINAL DE LA UEFA CHAMPIONS LEAGUE, TEMPORADA 2010 – 2011, REAL MADRID – FÚTBOL CLUB BARCELONA, CELEBRADO EN EL ESTADIO SANTIAGO BERNABÉU EL DÍA 27 DE ABRIL DE 2011 A LAS 20:45 HORAS DE LA TARDE-NOCHE.


Resultó emocionante. El miércoles anterior los merengues habían logrado batir en la final de la Copa del Rey al que parecía invencible Barcelona, y se presumía que el Madrid pudiera doblegar de nuevo al hasta entonces sublime Barça, menoscabando un tanto la montaña de prestigio acumulada por el club catalán a lo largo de una ya dilatada trayectoria futbolística de juego cautivador. Esta vez, contrariamente a lo sucedido en la final de Copa, donde triunfó el estratega Mourinho habilitando un centro del campo: Pepe, Khedira, Alonso… que sofocó el avance barcelonista, — si bien básicamente en el primer tiempo, pues el segundo fue de dominio azulgrana, y resolviéndose el encuentro en la prórroga en una acción puntual de Cristiano Ronaldo, que ejecutó un soberbio cabezazo, que algunos dicen habría parado Valdés caso de haberse hallado bajo palos en vez de Pinto — el vencedor ha sido Guardiola. Me gustó la tónica del juego barcelonista de unos cuantos minutos iniciales de partido: disponer férreamente del balón para impedir el ataque del contrario. Para conseguir esto es indispensable saber hacer circular la pelotita por delante de las narices del contrario sin darle opción a compartir el esférico, cosa que domina el Barça. De esta manera se sujetó al Madrid. Ellos esperaban, y quizá todo el mundo, teniendo en cuenta el juego desplegado en la final de la Copa del Rey, que en cualquier momento podrían montar sus peligrosos contraataques y desbaratar el fortín azulgrana con la consecución de algún tanto, pero ayer el Barça había planteado un partido muy serio y con una defensa muy alerta sujetaron a los blancos. Özil, Di María, Cristiano Ronaldo, Marcelo… estuvieron sorprendentemente desaparecidos.
Con la táctica del entrenador catalán se salvó el primer tiempo. Creo encontrar una diferencia entre el “Dream Team” de Cruyff (Hendrik Johannes Cruijff, Ámsterdam, 25 de abril de 1947) y el “Pep Dream Team”: el tiqui-taca en el primero era una seña de identidad que se traducía en que se pasaban el balón maravillosamente, y no lo perdían en su camino hacia el área contraria, pero es que Guardiola, alumno aventajado del holandés introductor de este automatismo combinatorio en el Barça, lo ha convertido, aparte de en la quintaesencia de la precisión, la efectividad y la belleza en el pase al compañero, en un instrumento de dominio del partido, de desesperación para los contrarios. Pueden remansar el tempo del encuentro durante un tiempo notoriamente prolongado, recreando al mundo, insinuando al contrincante que va a tener muy difícil oler el esférico. Pero no hay una actitud de burla o desprecio hacia el contrario, es una forma de dominar el choque. Y así lo entienden los adversarios, pienso yo. Algunos saben que es inútil perseguir el inalcanzable balón y optan por un instante por verle evolucionar ante sus ojos. Pero, y esta es otra diferencia con el “Dream Team”, cuando por fin pierden el balón se lanzan a recuperarlo con un afán indescriptible. No conceden: “Vamos a dejar jugar un poco al otro equipo”, no, quieren tener el balón siempre.
Y cuando ya llevan esta maquinaria hacia el área contraria introducen la variante, respecto al “Cruyff Dream Team”, de las diagonales medidas y pases al hueco al compañero que entra raudo hacia la portería del adversario en busca del gol, faceta en la que destaca Messi por encima de sus compañeros atacantes. El jugador argentino es un prodigio conduciendo vertiginosamente el cuero pegado al pie, al tiempo que dribla a los contrarios, y disparando con una facilidad, intención y definición insuperables, a pesar del empeño de los defensores por obstruirle. Para este menester de meter goles, el 10 del Barça es el mejor jugador del mundo. Yo me atrevería a decir que “la Pulga Messi” es el 65% del Barça, aunque el astro necesita mucho al equipo para brillar así. Es de significar que en la selección nacional de su país, Messi, a pesar de esforzarse lo indecible, no ha conseguido los éxitos que en el Barcelona.
En la segunda parte continuó la tónica de control azulgrana. Yo calculaba que podría producirse un empate a cero, que no era un mal resultado cara al partido de vuelta en casa, pero tuvimos la felicidad de ver perforada dos veces la portería de Casillas gracias al genial futbolista argentino. Para marcar el primero ayudó mucho la internada de Ibrahim Afellay, pero el de Rosario puso el arte del ligero toque con el exterior de su bota izquierda para transformar. El segundo gol fue ya la jugada de un superastro del fútbol. Hay que tener mucha sapiencia futbolística, vigor, velocidad y confianza en sí mismo para proponerse desbordar a cinco defensas contrarios y conseguirlo; en esta ocasión marcó con su pierna menos buena, la derecha. Estas son acciones que ponen fácil a los que lo votan, quién es el mejor jugador del planeta. Messi sabe que él puede contra el mundo. No le salió el día de la Copa del Rey. Le costaba soltar el balón y el centro de campo del Real Madrid, acertado, se lo arrebataba o impedía el pase, pero ayer hizo una demostración de que puede conseguirlo.
Da gusto ver estos partidos. Decir que levantan expectación es quedarse corto, generan emoción. Estoy seguro de que en todo seguidor culé del mundo.
Y ayer brillaron todos los jugadores barcelonistas. La defensa, incluido el portero, muy sólida. Puyol con la bravura tradicional y la frescura de un jugador joven, haciéndose leyenda en el Barça y dando solera al equipo. Piqué siguió compaginando perfectamente su noviazgo con Sakira  con su dominio futbolístico piquenbaueriano. Xavi actuó de conductor magistral del equipo. Keita suplió magníficamente a Iniesta. Se advirtió positivamente su presencia en la delantera repartiendo acertadamente el juego, sin fallar un pase. Villa resultó un extremo magnífico con intervenciones que no se le recordaban , lo que hizo tener a Marcelo pendiente de él e impidió que el madridista se lanzara al ataque con la asiduidad y efectividad con que suele hacerlo.
Guardiola ha hecho del Barça un gran equipo. Como jugador azulgrana era un centrocampista sensacional. Antes de recibir un balón ya sabía a quién se lo iba a pasar: al mejor colocado o al que iba a resultar más fructífero para el conjunto. Esta característica de la combinación rápida y perspicaz la ha trasladado a su modus operandi de técnico. Su padre declaró en una ocasión que era mejor entrenador que jugador. Era difícil superar su labor de portentoso creador pero va a haber que dar la razón al padre porque Pep Guardiola va a entrar en el Olimpo de los entrenadores por su genuina escuela de juego tiquitáquico, que, aunque es una innovación introducida en el Barcelona por el holandés Johan Cruyff cuando fue entrenador, tras su etapa de jugador en este mismo equipo, y que Guardiola practicó a sus órdenes como integrante de la plantilla azulgrana de aquellos momentos estelares, ha alcanzado en manos del aprendiz de brujo catalán una versión alambicada que la ha optimizado, hasta el extremo de que el actual entrenador del Real Madrid, José Mourinho, ha definido en varias ocasiones el evolucionado sistema Cruyffiano como  “un producto acabado”. Podría decirse que casi cualquier jugador de la cantera, o fichado de entre los de la competición, reconocidamente valioso, triunfa en el Fútbol Club Barcelona simplemente con adaptarse a las precisas y preciosas rutinas del grupo.  Otra característica encomiable del Barcelona es que no da una patada al contrario. Se limita a jugar.
Recuerdo la sensación que me producía Guardiola cuando participaba en la Selección Española que transitaba entre la Copa de Europa de Selecciones Nacionales ganada a la URSS el 21 de junio de 1964 en el Bernabéu y la campeona de Europa contra Alemania en el Ernst Happel Stadion de Viena (también conocido como Estadio del Prater (Praterstadion) con anterioridad a 1992) el domingo 29 de junio de 2008 con Luis Aragonés — quien de una ostensible postración la alzó a la gloria con un tiquitaca similar al del Barcelona —, y que consumó bajo la batuta de Vicente del Bosque  la hazaña de proclamarse Campeona del Mundo en Sudáfrica el 11 de julio de 2010 frente a Holanda: ser el único componente en el combinado nacional con categoría internacional. ¡Ojalá yo fuera un poco corto de apreciación y se contaran más de su clase en nuestro equipo en aquella época!
Mourinho también tiene buen palmarés como entrenador. Es un buen estratega para mover a sus peones dentro del terreno de juego. Me da la impresión de que en estas confrontaciones últimas con el Barcelona ha propiciado que sus jugadores estén un poco aguerridos contra los del Barça. Seguramente, la disposición belicosa que podría vislumbrarse en los jugadores blancos bajo la influencia del entrenador luso, ha sido la causante de la expulsión de Pepe: tarjeta roja por su dura entrada al defensa barcelonés Alves. El entrenador portugués achaca a esta decisión arbitral la derrota frente a los barcelonistas. La verdad es que el Madrid no consiguió dominar al Barça, y el desacuerdo del técnico portugués con la medida del árbitro no es sino una de tantas excusas que utiliza para justificar los resultados que no le son favorables. Adebayor, al que sacó en el segundo tiempo en sustitución de Özil, también mostró esta disposición un poco agresiva hacia los jugadores contrarios.
Me atrevo a estimar, sin que esté relacionado con el punto anterior, que Mourinho hace trabajar mucho a los jugadores en el puesto que él cree le va a ayudar a conseguir su propósito, aunque no sea la demarcación ideal para estos.
Mourinho llegó al Madrid pensando repetir el triplete — Liga, Copa y Champions — conseguido la temporada anterior en Italia con el Inter de Milán. Empezó laminando la deplorable imagen del alcorconazo sufrida por el equipo merengue en Copa del Rey en la temporada anterior. Eso estuvo bien. Y terminó alcanzando la gloria de conquistar este trofeo, que desgraciadamente quedó maltrecho bajo la rueda del autobús en que los jugadores lo exhibían exultantes camino de la apoteosis  madridista en la Cibeles. La verdad es que esta competición, dicho con todos los respetos, ha sido considerada por los equipos grandes en las temporadas más recientes como de tono menor respecto a las otras dos mencionadas, o, al menos, como torneo que reclama un esfuerzo que se puede pagar caro con vistas a la obtención del título en las otras dos lides. Por eso, con el fingimiento más decoroso posible se le ha dado una larga cambiada por los clubes punteros en muchas ocasiones en el próximo pasado. Mourinho se va a quedar con la Copa del Rey y con la satisfacción de vencer en una final al Barcelona, pero presumiblemente va a perder la Liga española,  así como la opción de estar en la final de la Champions en Wembley. Y esto va a redundar en una pérdida de brillantez de su hoja de servicios como técnico, donde algo habrá tenido que ver la valía de Guardiola como entrenador.
Hablando del Barça, me alegro de que un equipo español regale fantasía futbolística al mundo. Siempre es una suerte que alguien te ofrezca un espectáculo bello. Seguro que por ahí fuera, como nos pasa a los de aquí, están deseando ver al equipo catalán en estas ocasiones. También el Real Madrid es un equipo de campanillas que juega muy bien y gusta al aficionado, aunque creo que por el momento está un puntito por debajo del Barça, pero con la plantilla que tiene puede aspirar en venideras campañas a subirse a las barbas catalanas. Creo que pasaremos la eliminatoria — habla el hincha barcelonista —. Lo tenemos bastante bien para llegar a la final contra Sir Alex Ferguson, al que espero batiremos como en la ocasión precedente.  


                                                                          Argimiro Portales

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